Cuando Cartier hacía relojes de plástico

Uno de los modelos más raros de Cartier no se debe a una pieza única realizada en platino con repetidor de minutos para un encargo especial, sino a la búsqueda de la innovación por parte de la marca.

La innovación ha sido un pilar fundamental en la historia de Cartier, aunque quizás pueda pasar desapercibida debido a sus diseños clásicos en los relojes, a día de hoy es una de las marcas de relojería más influyentes del mundo. Desde sus inicios, la marca ha buscado romper con las tradiciones establecidas, experimentando con nuevos materiales, técnicas de fabricación y conceptos de diseño.

Hay un par de ejemplos que me gustaría destacar en relación a la innovación en el sector de la relojería de la marca, que me van a facilitar el introducir el modelo más raro que conozco de Cartier y al que he hecho referencia al introducir este artículo.

El primero es obviamente la mención al modelo Santos, en una época en la que los relojes de bolsillo eran la norma, esta creación marcó un hito para la marca y en gran medida también para la relojería, sentando las bases de cómo sería el reloj de pulsera contemporáneo para Cartier después de más de 120 años.

Y la segunda mención es para los materiales, Cartier ha explorado constantemente con estos en la relojería, incluso cuando no era convencional su uso, como el platino durante la Belle Époque, cajas híbridas de metales preciosos y esmaltes o incluso la baquelita para realizar cajas de relojes.

Sí, habéis leído bien, baquelita para realizar las cajas de los relojes. Los primeros relojes que conocen la mayoría de aficiónados realizados en plástico son el Hamilton Ventura de 1957, que incluía algunos protectores en la caja de baquelita o el Benrus Sky Chief de la misma década que ofrecía la caja completa en este mismo material.

En el caso de Cartier, su reloj de baquelita se remonta a 1924, es decir ¡30 años antes que otras marcas!

El modelo al que me refiero es un Santos, en el que se empleó la caja de baquelita como material innovador, no con motivo de abaratar costes. Aunque lamentablemente es muy desconocido y escaso.

De estos solo conozco tres unidades, dos de ellas realizadas en baquelita negra correspondientes a la década de los 20. Estos dos primeros relojes además cuentan con un bisel  y corona de platino, terminando con una trasera de oro amarillo. La combinación es una locura incluso a día de hoy.

La única diferencia entre ambas piezas radica en la correa, más concretamente en el cierre pues una de ellas está realizado en oro amarillo y la otra en platino.

En cuanto al apartado técnico, ambos montan un calibre European Watch and Clock firmado por Cartier sin modificación alguna más que la decoración o personalización de este. Esto ha sido fácilmente comprobable gracias a que se encuentran en manos de particulares, que han compartido la poca información que hay acerca de ellos.

El tercer reloj data de 1940 y  a pesar de que se siga denominando igual, la forma del modelo Santos se deforma un poco llegando a recordar al Tortue. Y ese no es el único detalle que cambia, en general el reloj es bastante diferente.
La baquelita pasa a tener un color y acabado diferente, estos en conjunto recuerdan a la piel debido al tono marrón y la textura rugosa. En cuanto a bisel pasa a ser de oro amarillo, al igual que la corona y los pasadores de la correa, que en este tercer ejemplar cobran cierto protagonismo.

A pesar de su afán por innovar, muchas veces los pasos que se dan en este tipo de aventuras no son los más acertados, en este caso considero que estos Cartier realizados en baquelita son relojes muy curiosos para los aficionados y coleccionistas, pero un fracaso en cuanto al concepto.

Probablemente se produjeran más unidades con este material, pero el paso del tiempo ha debido de hacer de las suyas. Aunque resistente, no es el mejor para fabricar un reloj de pulsera de lujo, sino más similar a un Swatch, que están hechos para lo que están hechos. Ojalá con el tiempo se descubran más unidades para que los podamos disfrutar, con nuevos colores o texturas, aunque las probabilidades cada vez son más escasas.

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