¿Está todo inventado en la relojería?
Las formas de los relojes se repiten con frecuencia en diferentes marcas gracias a que la complicación que puede conllevar esto es relativamente sencillo de solucionar.
Tenemos casos de relojes con formas menos comunes, pero no raras, por ejemplo rectangulares/cuadrados como el Nomos Tetra, o triangulares como el Hamilton Ventura. Estos solucionan el problema que puede plantear un reloj de forma diferente en cuanto al calibre, acoplando uno redondo <<estandarizado>> en otros de sus relojes con forma convencional.
Salvo alguna excepción como el Reverso, que sí adapta la forma del calibre a la forma del reloj, la mayoría de marcas no se complican.
Sin embargo si queremos curvar el reloj, esa solución no sirve, y hay que desarrollar un calibre específico para esos modelos que difícilmente se va a poder reutilizar en otro reloj. Por ello es que una de las formas que no se repite es la caja curva.
Algunas marcas exploraron esta idea como Movado y su modelo Polyplan, solucionándolo de una forma bastante ingeniosa mediante los extremos del calibre en ángulo. Otro ejemplo interesante de mencionar es el Curvex de Gruen. Inicialmente la marca acoplaba calibre pequeños que facilitase que la caja pudiera curvarse al ocupar poco espacio, pero esto derivaba en otro problemas como menor reserva de marcha.
Así que lo que planteó Gruen era generar una especia de <<carcasa>> curva para el calibre y sus ruedas situadas a diferentes alturas para poder ocupar un espacio con mayor altura en el centro y que cayera a medida que los componentes se alejaban a los extremos del movimiento.
Viendo estos inventos, la pregunta fácil que nos hacemos es ¿Por qué no curvan el calibre y ya está?
Un poco de curvatura puede llegar a ser factible debido a la tolerancia de los dientes de las ruedas, pero muy poca curvatura ya que sino estos tendrán mucha resistencia derivando en no podrán engranar y por consiguiente girar.
La solución a esto es no hacer los dientes de los discos rectos, sino con inclinación, como la sección de un cono. No es que sea un relojero con un conocimiento técnico tremendo, esto lo conozco gracias a la idea que desarrolló Eva Leube, dando lugar al primer reloj mecánico curvo.
Eva es una relojera independiente desde 2004 asentada en Manly, cerca de Sydney en Australia. Aprendió relojería a los 16 años y desarrolló su conocimiento trabajando con Thomas Prescher o incluso en la propia Rolex. Pero tenía ciertas inquietudes que no podía suplir trabajando en estos lugares, así que partiendo de un calibre Record 302 comenzó a idear un concepto bastante desconocido dentro de la relojería, los calibre curvos.
Tras cuatro años de desarrollo, en Baseworld de 2011 presentó su reloj llamado ARI, este destaca pro su longitud de 53,44mm completamente curvo, muy curvo. Comparado con cualquier otro reloj de estas características el resultado es exagerado y no resultó fácil conseguirlo.
Prácticamente no podía partir de otro reloj similar, pues aparentemente nadie había trabajado de esta forma. Por lo que tuvo que empezar fabricando sus propias herramientas que le facilitasen conseguir los resultados que estaba buscando y a partir de ahí comprobar si los diseños de las piezas funcionarían.
Esto implica una gran dificultad a la hora de trabajar y por consiguiente de escalar la producción de este reloj, de modo que el ARI pasó a convertirse en un reloj exclusivamente por encargo en los que Eva, ejecuta la fabricación de todas las piezas a excepción de la correa y los cristales de zafiro que envuelven al reloj.
Como reloj es muy interesante tanto en singularidad como en el apartado técnico, pero especialmente porque a pesar de las limitaciones que pudiera encontrar al estar al frente de la creación de este reloj, en una industria con más de 100 años, supo abrirse un hueco y desafiar esa frase que tanto se escucha <<en la relojería está todo inventado>>.