La arquitectura de un reloj: LeBond Watches

El lenguaje de diseño es uno de los elementos clave de un reloj, y cuando este apela a una afición paralela a la relojería, suele ser una receta para el éxito. Este es la propuesta de valor de LeBond.

La compañía de Asier Mateo nace con el objetivo de aunar sus dos pasiones en un producto que las personas que se encuentren en una posición a la suya puedan disfrutar. Dichas pasiones son la relojería y la arquitectura. Además, Asier no ha querido sostener el modelo de negocio únicamente en las referencias arquitectónicas, sino que ha decidido ir un paso más allá y convencer a algunos de los mejores arquitectos contemporáneos para crear piezas en colaboración con la marca. LeBond les ofrece libertad creativa total, tanto en diseño como en materiales, y luego la marca se preocupa de ejecutar los deseos del arquitecto en cuestión. Cabe destacar que los dos arquitectos que han participado hasta ahora, Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, son ambos premios Pritzker, el premio más prestigioso de arquitectura. Este es el calibre de arquitectos que LeBond espera poder seguir trayendo a la relojería para sucesivas colaboraciones.

¿Qué modelos presenta la marca actualmente? En los últimos dos años han lanzado sus dos primeros modelos, el Siza y el Souto Moura. Comencemos por el que es, muy probablemente, el más singular de los dos. En el Siza nos encontramos un reloj con forma de rombo, o si somos más precisos, de cuadrado rotado. La primera impresión es fuerte, sin duda, y la diversidad de opiniones sobre el diseño no escasea. Su concepción la encontramos en la piscina Leça de Oporto diseñada por Álvaro Siza en 1966. Además de su forma, el otro aspecto que puede destacar por infrecuente en la relojería tradicional son las manecillas. Mientras que la minutera es recta, la horaria presenta una forma de cierre de interrogación que genera un juego constante con su compañera de baile según avanzan las horas del día.

Hay ciertos aspectos técnicos que coinciden en ambas colecciones y que conviene comentar de forma que sirva para ambas. El calibre que hace funcionar a estos relojes es el ETA 2892/A2, que también podemos encontrar en marcas como Sinn, lógicamente en aquellas pertenecientes al Grupo Swatch, además de en Bell&Ross o Panerai entre otras. Funciona a una frecuencia de 4 hercios y tiene una reserva de marcha de 50 horas. Ambas cajas están hechas en titanio grado 5, elección de los arquitectos. Ambos relojes presentan el mismo cierre deployante en titanio, además de la opción de correa de caucho o de piel. Tras usarlos unos días, yo personalmente prefiero la de caucho. No reduce su elegancia, pero sí aumenta su versatilidad.

Hablemos ahora del Souto Moura. Aunque comparte esencia con el Siza, es una idea bastante opuesta. En este caso se trata de un reloj con estética driver – es decir, con la esfera rotada para mayor legibilidad sin rotar la muñeca -. Es un reloj sustancialmente más minimalista, con el detalle estético del índice de las 12 que se acaba convirtiendo en el 1 que acompaña al 2 impreso junto a él. Cabe destacar que en este caso ambas manecillas mantienen la misma línea de diseño, y que este reloj sí hace uso de la funcionalidad de fecha que ofrece el 2892/A2. La aparente carencia de asas proviene del uso del mismo sistema de fijación de la correa que en el Siza, pero en ese modelo de manera subyacente a la esfera, generando el efecto de correa flotante que famosamente utilizan otras marcas muy establecidas, como puede ser el caso de Cartier. En el Souto Moura, el arquitecto y LeBond consiguen un reloj sencillo, claro y legible.

El precio de ambos relojes es de 2.700€ antes de impuestos. No es un precio que quede justificado por las especificaciones, ya que la mayor parte del valor del reloj reside en la persona que está detrás de su diseño. Por ende, entendemos la diversidad de opiniones entre la comunidad de aficionados a la arquitectura y la comunidad de ajenos a la misma.

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