Una gran apuesta de Longines

Dentro de la afición a la relojería, muchas veces se derivan ciertas ramas que hacen que nos decantemos por unos u otros, como grandes complicaciones, cronos, divers… o quizás por otro de los mundos a los que puede estar ligado, como ciencia, coches, exploración espacial… nuevos o vintage.

Que haya tanta variedad y formas de disfrutarla, enriquece mucho la afición y seguramente en un futuro traigamos artículos relacionados con esto, pero hoy nos adentraremos un poco en los militares.

Incluso dentro de los militares la diversidad puede ser enorme, ya que podemos encontrar divers, field, para pilotos… pero el nexo de todos ellos es que son encargos para equipar unidades militares y deben cumplir con algunas especificaciones concretas.

La historia de los relojes militares se remonta hasta 1879 con un encargo de la Armada Imperial Alemana en 1879 a la compañía Girard Perregaux, y continúa con la conversión de los relojes de bolsillo a relojes de muñeca durante la segunda guerra mundial.

Quizás los más conocidos son los Dirty Dozen y los A11 de la segunda guerra mundial, y por asociación en cuanto a estética, los field.

Los Dirty Dozen toman su nombre de las doce empresas encargadas de suplir el encargo de la la armada británica, mientras que los A11fueron realizados por tres empresas (aunque algunos atribuyen una cuarta) para el ejército americano y posteriormente se entregaron para otros ejércitos como la RAF, las fuerzas aéreas canadienses y las soviéticas.

Eran relojes destinados para fuerzas terrestres y aéreas que debían cumplir con las siguientes características:

  • Resistencia al polvo y al agua

  • Buena legibilidad, de ahí que se optara por esferas negras en contraste con el resto de elementos en colores claros. De hecho esto se aprovechaba para reducir el reflejo que pudiera realizar la esfera por el sol y alertar a los enemigos.

  • Precisión, siendo en el caso de los Dirty Dozen uno de los puntos a solicitar el empleo de 15 joyas y en el de los A11 un aprox de 30 segundos al día de desviación.

Luego cada uno tenía más detalles como el empleo de plexi, segundero central o a las 6, caja resistente a los impactos… pero al final en apariencia eran muy similares. Y teniendo en cuenta que también eran relojes para pilotos, si también nos fijamos en otros relojes de piloto típicos, los denominados pilot, todos tienen el mismo aire con ese dial y caja.

Sin embargo unos de los grandes olvidados son los Majetek, unos relojes para pilotos que toman su nombre de la inscripción grabada en la trasera del reloj "majetek vojenske spravy", que traducido del checo significa "propiedad militar”.

Efectivamente si la inscripción de la trasera era en checo, es porque estos relojes fueron un encargo de la Fuerza Aérea Checa a tres compañías relojeras en la década de 1930. Eterna, Lemania y Longines nuevamente se veían ante el desafío de fabricar un reloj que cumpliese con unas especificaciones concretas.

La primera era su legibilidad, de ahí que se decidiera usar al igual que en los ejemplos de los Dirty Dozen y los A11, el dial negro mate en contraste con el resto de elementos.

Sumado a esto que las agujas de horas y minutos debían contar con material luminiscente al igual que los índices de las horas, que además, debían ser numerales.

La segunda es que el reloj, además de preciso, debía ser resistente a los golpes y antimagnético. Con el piloto en mitad de un vuelo, una alteración del reloj debido a un campo magnético podría suponer un desastre. De igual modo los golpes, la cabina de un avión de esa época era de todo menos tranquila y todo lo que ocurría en el exterior en cuanto a traqueteos y demás, se transmitía directamente al piloto a través de asientos, mandos…

Y por último, se debía cumplir con las especificaciones de la forma de caja, que hace que este reloj destaque tanto sobre otros relojes militares. Seguramente este diseño es por algo en concreto, pero no hay suficiente documentación para aclarar este motivo, que a menudo se atribuye a que esa forma podría cumplir con lo anteriormente nombrado en el párrafo anterior. En cualquier caso, las tres compañías contaban con patente para su fabricación y no creo que la patente fuera meramente estética.

De las tres compañías, sin duda la que destacó en cuanto a su conocimiento y experiencia fue Longines, que fue la primera en poder adquirir un contrato con la Fuerza Aérea Checa y que cuidadosamente de no saltarse ninguna especificación requerida, supo aportar elementos que hicieran de su reloj una mejor herramienta.

Lo primero que abordaron fue la legibilidad, que mantuvieron la esfera igual que lo solicitado, pero para reducir distracciones en momentos de estrés del piloto, situó el segundero en una subesfera a las 6 en lugar de que fuese central. Esto posteriormente también lo incluyó Eterna.

Además con la idea de facilitar la coordinación de las misiones, la sincronización y el registro de horas, Longines incluyó un bisel interno accionado mediante el bisel acanalado exterior, con un pequeño triángulo luminiscente que podía ajustarse en cualquier posición de la esfera.

Este elemento también se suele comentar que es para mantener un segundo huso horario, pero estos pilotos y los aviones que manejaban no realizaban trayectos tan largos en los que fuera necesario.

Nuevamente con al idea de facilitarle la vida al piloto y poder manipular el reloj con guantes, se incluyó una corona más grande que los relojes de las otras compañías. Otro elemento que posteriormente adjuntó Eterna.

Finalizando la propuesta de Longines encontramos los calibres, que ayudaron a mejorar la precisión del reloj. La compañía utilizó tres calibres a lo largo de la adjudicación de este contrato, pero cabe destacar el 15.68Z ya que fue un calibre cronómetro muy preciso y con una historia muy interesante ya fue seleccionado por Longines con anterioridad para participar en concursos de cronometría, entre ellas, la primera competición en 1949 del Observatorio de Ginebra.

Como aficionado, una pieza así se me hace muy apetecible, pues al mirarla desde diferentes aristas, siempre encuentras algo que la hace especial. Repitiendo lo que comentamos en algunos de los podcast, que pena que el grupo Swatch no permita a Longines hacer ciertas cosas, con la historia que tiene.

Anterior
Anterior

Schaffhausen, el sueño de Moser

Siguiente
Siguiente

Yema: la manufactura francesa