El origen de los verdaderos Tudor herramienta.
Probar la resistencia de los relojes y además asociarlo a ciertos logros, es algo que Rolex ha hecho repetidas veces, y aunque no se conozca tanto, también Tudor empleó esta estrategia en más de una ocasión.
Uno de estos casos es el que vamos a ver hoy, ya que paralelamente a la entrega de relojes Rolex a los integrantes de la expedición al Everest, en 1952 Tudor también realizó una entrega a 26 de los 30 miembros de la Expedición Británica a Groenlandia del Norte.
La misión se llevó a cabo en dos campamentos base: el primero situado en el lago glacial Britannia So y el segundo llamado North Ice a 370 kilómetros de distancia del primero. Esto suponía que todos los transportes debían realizarse en trineo tirado por perros, o por carros oruga Studebaker M29s suministrados por el ejército. Esto sumado a la oscilación de temperaturas entre los 21ºC y los -46ºC durante el día y la noche, se puede intuir que no iba a ser un entorno amigable para los integrantes de la misión, ni para sus relojes.
Para ello, Tudor había desarrollado un nuevo reloj con referencia 7809 con un diámetro de 34mm, y tres variaciones de dial. La primera variante contaba con índices en lugar de numerales, la segunda sustituía esos índices por numerales y la tercera era un híbrido entre ambas, mezclando índices y numerales a las 3, 6, 9 y 12, similar a las esperar Explorer.
Para conocer si el cronometraje de estos relojes era bueno o acusaba mucha desviación, el equipo debía diariamente sus 7809 con las señales de radio de la BBC y anotar la precisión. Estas notas se entregaron en diferentes momentos de la misión a Tudor, pasando a formar parte del programa de investigación y desarrollo de Rolex y de la búsqueda de la excelencia de la empresa.
El Capitán James Douglas Walker, de los Ingenieros Reales que estaba a cargo del mantenimiento de los vehículos, adjuntó una carta a la entrega de los datos recabados de su reloj a poco más de mitad de la misión, tras más de un año usando su Tudor. En esta indicaba que tras el uso intenso en diferentes actividades, sumergir el reloj en agua y las temperaturas tan extremas, no necesitó ajustar el reloj en todo el tiempo que lo usó gracias a su precisión.
Hay un poco de discrepancia sobre el número de estos relojes que fueron entregados, 26, 23, 27… según Tudor fueron 26, aunque toda información en lo referente a esto desapareció prácticamente para el público general, al igual que la mayoría de los relojes, que se desconoce su paradero. Excepto cuatro de ellos, de los cuales tres están en posesión de Tudor, de estos un par fueron cedidos por los familiares de los propietarios, y el restante de los que conserva Tudor, se debe a un cambio por reemplazo de uno de los relojes de la expedición, ya que este se averió. El último de los cuatro que se conocen, se encuentra en manos de un coleccionista particular, que tarde o temprano, veremos en alguna subasta.
Esta expedición fue crucial para Tudor a pesar de lo poco conocida que es y la relativamente poca publicidad que se le ha hecho en comparación a como Rolex gestiona estas hazañas. Significó su establecimiento como fabricante de relojes herramienta, dando pie a suministrar equipación para diferentes cuerpos militares y otras divisiones profesionales.